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El retiro espiritual.




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Me tocó la experiencia junto con mi familia, de vivir un retiro espiritual en el campamento Oasis de Agua Viva, la modalidad fue familiar, éramos 165 personas conformadas por diversas familias de Guanajuato, Querétaro, Ciudad de México y Veracruz principalmente.


Familias pequeñas y grandes, otras recién casadas sin hijos, otras más ya con el nido vacío, solamente el matrimonio; y no pudieron faltar los solteros, que iban “adoptados” por otras familias.


Vivimos muchas experiencias juntos ese fin de semana, el motivo de la reunión era convivir unos con otros y escuchar excelentes conferencias acerca de la crianza y educación de los hijos. Alabamos a Dios chicos y grandes cantando con el corazón.


Hubo un gran compañerismo, volver a ver a hermanos que hacía tiempo no veíamos, conocer a otros nuevos, compartir nuestras luchas y   pruebas de salud, económico, familiar, etc. Largas charlas con amigos de antaño, reír y llorar juntos, hacer nuevos amigos, gran tiempo de convivencia.


Tuvimos de todo: muro de escalar, kayaks, basquétbol, futbol, voleibol y algunas otras actividades deportivas que fueron dirigidas por un entusiasta joven recién egresado de la carrera Ciencias del deporte; no pudieron faltar los chavorrucos que se lesionaron por jugar como cuando eran jóvenes, también los chavorrucos sonámbulos que no pudimos dormir por la noche (Cómo cuando éramos jóvenes) pero eso sí, con toda la actitud al otro día.  


¡También fuimos testigos de una hermosa pedida de mano de un enamorado a su bella

novia y le dijo ¡Sí! ¡Gracias a Dios! Bellísima pareja y testimonio.


En mi cabaña tuvimos la triste experiencia de una campera que recibió una terrible noticia una mañana, motivo que nos llevó a juntarnos las huéspedes de la cabaña para animarla, consolarla y orar por ella.


Lo mejor de todo, muchos peques en sus clases especiales entregaron sus vidas a Jesús, reconociéndolo como Dios y Salvador. 


Seguramente se entrelazaron muchas más experiencias e historias, la vivencia de estar todos juntos en un mismo sentir, reunidos con un mismo propósito, como la gran familia que somos, no tiene precio.


Lo más parecido a un cachito de cielo es estar en comunión con la familia de la fe.


¡Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Salmo 133:1

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