Necesitamos amabilidad.
- Tere Guerrero
- 22 nov 2023
- 3 Min. de lectura

Elena una joven mujer de treinta y dos años, estaba con intenciones muy serias de suicidarse, ya que no hallaba ningún sentido a seguir viviendo.
Un día nublado cavilaba en la mejor manera de acabar con su vida, ¿raticida, veneno, sobredosis de pastillas? era muy cobarde para pensar en darse un tiro, además ¿dónde podría conseguir el arma?
Su falta de propósito para vivir se debía en gran parte a que sus familiares eran groseros con ella, su marido ni siquiera la volteaba a ver, enferma, sin trabajo y con miles de etiquetas puestas encima de ella; la única solución que veía era escapar por la vía fácil.
Un día bajando del camión tropezó, y un joven de aspecto impecable, la ayudo a levantarse, le busco el bolso y las monedas que de él cayeron, y con la sonrisa más cálida que pudo, se despidió con estás palabras -Dios la bendiga, bella dama- ¿la puedo ayudar en algo más?
Ella, boquiabierta contestó: No, muchas gracias, estoy bien.
El joven se despidió con una mirada tan amable y compasiva: -Muy buenas tardes, váyase con mucho cuidado-
Ese día la mujer pensó, todavía hay gente buena en este mundo, quizá Dios si existe como tanto me ha dicho mi tía Reyna.
Con el incidente ya no tuvo tiempo de seguir pensando en su escape final, así que se dirigió a toda prisa a una entrevista de trabajo; en el camino se encontró tirado un folleto cristiano el cual recogió porque detestaba ver basura tirada en las calles.
Al otro día al abrir su bolso descubrió muy arrugado aquel tratado, lo leyó con mucha atención y se encontró con las palabras “De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito… y le intrigo que ella pudiera estar incluida en esta afirmación.
No olvidaba las palabras de aquel amable joven que le dijo bella dama, -yo ni soy bella, ni dama; pero que bonito suenan en mi mente y mi corazón- pensó.
Se descubrió varias veces al día sonriendo y pensando en que era una bella dama, ¡jajaja que ocurrencias de ese muchachito! este pequeño pero afortunado encuentro la ayudó a decidirse a visitar a su tía Reyna, quien siempre había querido hablarle del amor de Dios, pero que nunca se lo permitió, ahora necesitaba descifrar el misterio.
¿Sería posible que alguien la amara?
Pasó otro día y por primera vez en muchas semanas el pensamiento de suicidio comenzó a palidecer y dejar de estar tan presente en su mente, tenía que ir al rancho a visitar a la tía.
Decidió invertir sus pocos ahorros para realizar el tan anhelado encuentro con la tía Reyna, ella la recibió con lágrimas en los ojos y le dijo cuanto había estado orando por ella y esa reunión.
Elena pudo escuchar del inmenso amor de Dios para con ella y cayó rendida a los pies de Jesucristo ese mismo día, y pensó en ese joven que fue como un ángel mandado por Dios para ayudar a detener sus terribles intenciones de escapar de esta vida por mano propia. Además, esa tarde recibió la llamada de su última entrevista de trabajo,
-contratada, le dijeron-
Moraleja:
Se amable con todas las personas, a veces no tenemos idea de las luchas que están pasando, y tampoco imaginamos la dimensión de nuestras buenas acciones hasta donde pueden ayudar a un ser humano en sus más crueles luchas.
Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Filipenses 4:5
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